La serenidad no es salir airoso en momentos de tempestad sino saber encontrar la paz en mitad de los mismos.
A menudo nos olvidamos de esto y entonces nuestra vida parece meterse en un cúmulo de malos augurios. Los malos momentos son normales, todo el mundo los tiene. La madre de una gran amiga tiende a decir que para estar bien antes hay que estar mal. Pero cómo afronto esos momentos, ahí está la clave.
Si tienes un problema y éste tiene solución, ¿por qué te preocupas?
Y si tu problema no tiene solución, ¿por qué te preocupas?
Nos pasamos gran parte de nuestro tiempo preocupados y dejamos de lado lo bonito de la vida, cada pequeño detalle que nos hace sonreír. Nos centramos en el todo olvidando cada una de sus partes: aquella caricia, aquel olor, aquel beso, aquella imagen, etc.
Si nos paramos un momento a pensar en todas las cosas por las que tendríamos que dar gracias en nuestra vida, nos daríamos cuenta de la cantidad que son.
¿Qué ocurre si en vez de pensar y creer que todo saldrá mal, pensamos y creemos que saldrá bien? Seguramente, saldrá bien.
En eso se basa la teoría de la atracción. Tu actitud ante la vida atraerá cosas, personas, situaciones, entornos, etc. acordes a esa actitud. Si es destructiva, atraerás destrucción. Pero si es positiva, alcanzarás todos tus sueños y atraerás todo tipo de beneficios.
Eso no significa que no haya obstáculos en el camino.
¿Qué hace un niño cuando está aprendiendo a andar? Nuestro camino por la vida debería ser el mismo.
Los obstáculos del camino no son fracasos sino oportunidades para mejorar y alcanzar lo que ansiamos.