"Un anciano soño durante varias noches que si viajaba a Praga y llegaba hasta un puente sobre un río, encontraría un frondoso árbol. Soñó que sí él mismo cavaba un pozo al lado del árbol, encontraría un tesoro que le traería binestar y tranquilidad para toda la vida.
Seguido por el sueño, emprendió su viaje.
Al llegar a Praga comenzó su búsqueda, como no había muchos ríos ni muchos puentes, pronto econtró el lugar que buscaba pero había un problema que no había aparecido en su sueño: el lugar estaba custodiado día y noche por un guardia imperial.
El guardia al verle durante varios días mirando en su dirección, fue a preguntarle y cuando el viejo le contó el cuento, el guardia rió y le dijo: "has viajado mucho por una estupidez, desde hace 3 años yo sueño con un viajo llamazo Izy, dejaba de su cocina hay un tesoro enterrado también ¿crees que debería ir a buscarlo?"
(Él se llamaba Izy)
El viejo volvió a su casa y al llegar, cavo el pozo bajo su cocina y allí enterrado encontro su tesoro. Siempre había estado allí enterrado"
Con este cuento Jorge Bucay habla de cómo todo lo que buscamos fuera debemos, en primera instancia, buscarlo dentro. Nadie tiene las respuestas de nuestras preguntas salvo uno mismo, lo que ocurre es que muchas veces mirar dentro de nosotros es algo que incomoda pues podemos ver cosas que no queremos, detalles que no nos gustan o aspectos que nos hacen daño. Ahí radica nuestra fortaleza y nuestra capacidad de mejora constante.
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