lunes, 30 de julio de 2012

Merecidas vacaciones

Las vacaciones nos permiten desconectar de la rutina, descubrir lugares nuevos, estar en compañía de familiares y amigos y, sobre todo, disfrutar y descansar. Podemos decidir no hacer nada o hacer todo lo que durante el año no hemos tenido tiempo; pero lo importante es ser capaces de desconectar.
Para ello podemos aplicar los siguientes consejos:
-Dejar todo organizado en el trabajo, sin temas pendientes; así evitarás preocupaciones innecesarias y será más fácil desconectar.
-No prestes atención al móvil, ordenador y/o reloj.
-Fuera preocupaciones, sé flexible con tu tiempo libre y no te impongas horarios o limitaciones; para eso está el resto del año.
-Intenta pasarlo bien y no enfadarte por tontería o banalidades. Busca el lado positivo de las cosas. Haz cosas que nos has podido hacer el resto del año, visita nuevos lugares, organiza planes en compañía, haz deporte, etc.
-Sé consciente que durante el tiempo que estés de vacaciones el ritmo sólo lo marcas tú.
-Dispón los últimos días para ir recuperando pequeñas rutinas y de esa forma evitar la conocida depresión postvacacional y caer en estado de ánimo negativos. Para ello, saca un balance positivo de tus vacaciones e intenta volver con una sonrisa.
A tu vuelta, proponte nuevos objetivos y no esperar al año nuevo para pensarlos. Siempre hay caminos por recorrer que empiezan en el momento que así lo decides.
Nosotros volveremos en septiembre con nuevos post semanales y con nuevos proyectos que os iremos contando.
Ahora ¡a disfrutar!

lunes, 23 de julio de 2012

Eres asertivo. El Molinero y su asno

Por un camino de tierra, sorteando sus curvas y recodos, iba un molinero, su joven hijo y su asno. A poca distancia, varios niños cantaban alegremente, mientras avanzaban dando cabriolas.
Por fin, alcanzaron al molinero, y uno de ellos gritó en son de burla;
-¡Miren a esos tontos! ¡Caminan con tanto esfuerzo junto al asno, cuando podrían viajar sobre su lomo!
Y se alejaron corriendo a través del camino.
-Tienen razón, hijo mío -dijo el molinero-  Ciertamente, somos unos tontos.
Y alzó a su hijo y lo sentó sobre el lomo del asno. Al poco rato, un grupo de labradores dobló un recodo y se topó con los tres.
-¡Mirad! -dijo uno de ellos, señalando al asno y al niño—. Los jóvenes de hoy no tienen la menor consideración por sus padres. Mirad a ese robusto muchacho, cómodamente viajando sobre el asno, mientras su viejo padre va a pie.
Cuando los labradores siguieron su camino, el molinero detuvo el asno y dijo:
-Apéate, hijo. Tal vez tiene razón. Seré yo quien monte.
Subió al asno y así continuaron la marcha. Por el lado opuesto de la colina venía una vieja, que apretaba su chal contra los huesudos hombros.
-¿Cómo puedes dejar que tu fatigado niño corra detrás de ti, mientras tú cabalgas cómodamente? -gritó con desdén al molinero, al pasar.
Avergonzado, el molinero tomó a su hijo y lo sentó tras él, sobre las ancas del jumento.  Apenas habían recorrido unos pocos pasos, alcanzaron a un pequeño grupo de hombres.
-Se ve que el asno no les pertenece- dijo uno de éstos, con tono acusador- De lo contrario, no le quebrarían así el lomo. ¡Pobre animal!
A esta altura, el molinero estaba un poco desconcertado, pero hizo bajar a su hijo, se apeó él mismo del asno y, atándole las patas, cargó al animal en hombros.
El pobre asno se retorcía incómodo, golpeando la espalda del molinero a cada paso.
Cuando cruzaban el puente, el jumento se desprendió de su atadura y cayó al agua. Luego, nadó hasta la ribera y echó a correr por los campos.
Tratando de complacer a todos, el molinero no había complacido ni siquiera a su asno.

Es imposible agradar a los demás y muchas veces actuamos guiados por lo que dicen los unos y los otros, dejando de lado lo que nos decimos a nosotros mismos. Todos tenemos unos valores, un código, unas prioridades y eso determina lo que pensamos, lo que hacemos y lo que sentimos. ¿Por qué entonces, lo dejamos de lado para atender y dar por bueno opiniones y decisiones de los demás? ¿Qué sentimientos nos genera eso? Resentimiento, resignación, frustración, indefensión, etc.
Es aquí donde la asertividad juega un papel importante. Ser asertivo es ser capaz de respetarse a uno mismo, de expresar lo que se siente o se piensa de una forma coherente y adaptada al entorno, sin incomodar a otros y sin crear ningún conflicto o desajuste. Estás personas son francas y sinceras. Tienen la capacidad para decir que no, expresar sus opiniones y defender sus derechos.
Con esta conducta se crean entornos colaboración y respeto mutuos. La conducta asertiva se encuentra en el punto intermedio entre ser agresivo y ser pasivo:
-La persona agresiva no considera los sentimientos y pensamientos de los demás. Estas personas son agresivas desde el punto de vista verbal y, en algunos casos, se puede llegar a ser sincericida. Sueltan lo primero que piensan o sienten sin analizar las consecuencias y sin ajustarlo al entorno y/o persona. La persona cree que está siendo transparente y honesta pero como no lo hace en el momento, tiempo y con la expresión adecuada, tiende a generar el rechazo en los otros.
Evidentemente estas personas pueden conseguir lo que se proponen pero no en un entorno de colaboración y respeto.

-La persona pasiva, por el contrario, no expresan sus verdaderos sentimientos o pensamientos; sobre todo cuando las cosas no están a su gusto. No defiende los intereses personales y se somete a la presión grupal o incluso individual; creando sentimientos de indefensión y resentimiento. Están pendientes del sentimiento de culpa y eso les lleva a seguir el curso marcado establecido por otros aunque vaya en contra de sí mismo.
“La sinceridad son cosas que hay que decir pero también son cosas que hay que callar”

¿Qué podemos hacer entonces? A continuación detallamos una serie de trucos que puestos en práctica pueden ayudarnos a potenciar las conductas asertivas (*)
Banco de niebla y disco rayado: es trabajar con empatía, entendiendo la postura del otro (banco de niebla) pero volviendo en un momento dado a nuestra opinión inicial, repetir la idea cambiando si se considera necesario el argumento (disco tayado).
Entiendo a lo que te refieres y quizás tengas razón….pero lo que yo quiero decir es…
Aceptación simulada: se da a entender que estamos de acuerdo pero sin dar el brazo a torcer, sin cambiar la postura. 

Salidas asertivas: ante errores, críticas o situaciones conflictivas podemos utilizar algunas técnicas que nos pueden ayudar a mostrar nuestra opinión sin perder los papeles:
Utilizando la ironía (ante una crítica nuestras respuesta puede ser, “muchas gracias nunca me lo habían dicho”), el reconocimiento de errores con puntualización  (“Sé que llegue tarde pero siempre soy bastante puntual”), ignorar, romper la comunicación o aplazarla (“Si no te importa lo hablamos luego”, ”A buen entendedor…“)  y el uso de preguntas (nos comentas que no te gusta como trabaja pero ¿qué es lo que no te gusta exactamente?)
 (*Hay que tener en cuenta que para conseguir desarrollar cualquier tipo de habilidad, la práctica constante es requisito imprescindible)

lunes, 16 de julio de 2012

Comunicación y Oportunidad. Fábula: La Ostra y el Pez

¿Por qué perdernos la belleza de una ostra cuando podemos contemplarla desde su interior?



Érase una vez una ostra y un pez.
La ostra habitaba las aguas tranquilas de un fondo marino. Su belleza, colorido y armonía de movimiento era tal que llamaba la atención de todos los animales que pasaban por allí.
Un día, pasó un pez y quedo prendado al instante. Sintió el fuerte impulso de llegar hasta ella, y al tratar de llegar a su corazón, está se cerró y con ella, sus valvas. Por más que el pez intentó abrirlas, con sus aletas y boca, ella más fuerte se cerraba.
Entonces se alejó, pensando que cuando la ostra se abriera aprovecharía un descuido para entrar pero sus intentos fueron en balde. El pez, triste, se preguntaba ¿por qué la ostra le temía? ¿cómo podría decirle que lo que deseaba era conocerla y no causarle daño alguno?, ¿cómo decirle que lo único que deseaba era contemplar aquella belleza y compartir las sensaciones que le causaban?.
Entonces decidió pedir ayudar a otros peces que destacaban por su habilidad para abrir ostras pero mientras se dirigía hacía ellos pensó que lo mismo estaban ocupados en otras cosas y no podrían ayudarle. Entonces decidió que antes de hablar con ellos, hablaría con otros que les conocían y que podrían aconsejarle cómo presentarse y dirigirse a ellos.
Y así lo hizo.
-Hola -dijo el pez-. ¡Necesito vuestra ayuda! Siento grandes deseosde conocer una ostra gigante pero no puedo hacerlo porque cuando me acerco cierra sus valvas. Sé que vosotros sois muy hábiles y vengo a pediros ayuda- Les expresó las dificultades que tenía y los intentos fallidos que había tenido, así como la sensación de impotencia y de abandono.
Los peces le escucharon con atención, entendiendo su malestar y le felicitaron por su interés y por el hecho de haber pedido ayuda. Le contaron como ellos habían aprendido de otros peces y era cuestión de entrenamiento y práctica. A veces también les costaba abrir alguna ostra pero en vez de desanimarse, lo intentaban con más ahínco.

-Algo importante es que tienes que conseguir que la ostra tenga el deseo y las ganas de comunicarse contigo.
-¿Cómo puedo lograr ese deseo?
-De la mismas forma en que lo has hecho con nosotros.
-¿Cómo?
-Diseñando un plan de acción. Para hablar con nosotros, buscaste información sobre nosotros, te informaste de cuándo era el mejor momento para abordarnos y qué decirnos. La forma en que te dirigiste a nosotros nos gustó, lo hiciste de forma honesta y sincera, nos pediste ayuda y nos agradó el reconocimiento de nuestra competencia. Tu mirada iba acorde a lo que decían tus palabras.
-Pero no conozco el lenguaje de la ostra, ni sus costumbres, miedos, ni lo que le agrada.
-Pero ya has empezado con tu plan de acción. El primer paso ha sido visitarnos para darte toda esa información.
Y comenzaron a asesorarle. Tras varias semanas de observación, aprendizaje y entrenamiento, el pez pudo por fin disfrutar con aquella bellísima ostra.

El mensaje será interpretado de una forma u otra en función de cómo nos dirijamos a nuestro interlocutor. Y no sólo es importante, la parte verbal (qué decir) sino que el cómo lo digamos, en qué contexto, si nuestras palabras son cohrentes con nuestras expresiones y emociones, etc., determinarán en buena medida el resultado de esa interacción.

Y del mismo modo, la interpretación que demos de las diferentes situaciones influirá en nuestro aprendizaje y desarrollo. Si ante un problema nos venimos abajo, nos encontraremos con sentimientos de fracaso y deazón. Pero si el problema los vemos como un reto, como una oportunidad, nos asaltarán sentimimientos de superación, de crecimiento y de aprendizaje. Muchas veces es importante recordarnos que incluso una patada en el culo, nos empuja hacia delante.
¿Cómo minimizar los riesgos de un posible fracaso? Evaluando el contexto y diseñando un plan de acción. Pide ayuda si lo necesitas porque, de esa manera, la respuesta que obtendrás será de colaboración. No olvides que la empatía es una de las claves para una eficaz comunicación interpersonal.

lunes, 9 de julio de 2012

¿El olor como promotor de la acción?

Desde hace poco más de dos meses, trabajo en plena calle Gran Vía. Desde entonces, por las mañanas a la salida del metro y por las tardes cuando salgo de trabajar, siempre paso por una conocida marca de ropa que con su olor, me invita a entrar. Lo curioso es que percibo el olor metros antes de llegar al local.
Se ha convertido en un olor familiar que coincide con un par de minutos antes de entrar al trabajo, es como una especie de hábito, el momento agradable antes de entrar para llegar de mejor humor.
Eso me llevo a la siguiente pregunta: ¿Cómo nos influye el olor en nuestra conducta de compra o simplemente en nuestro estado emocional?
Una investigación que se llevo a cabo en la Universidad de Rockefeller sobre las capacidades de afectación y recuerdo, concluyó que el ser humano recuerda el 5% de lo que ve, el 2% de lo que oye, el 1% de lo que toca y el 35% de lo que huele.
Bien es sabido que las variables ambientales son muy utilizadas para generar una conducta de compra: el tipo de música, el ambiente, el color, etc. Ninguna variable es dejada al azar.
 El olor, al igual que la música, influye sobre nuestro estado de ánimo y sobre las percepciones y juicios que hacemos de las personas, entornos y circunstancias. La percepción olfativa actúa sobre el cerebro con un impacto emocional mucho más profundo que la visual y auditiva, está directamente relacionado con el sistema límbico, una de las partes más antiguas del cerebro y que están relacionadas con las emociones, la motivación y la memoria, es donde se procesa la información, donde se manejan las respuestas instintivas o automáticas y es la parte menos vinculada con el pensamiento consciente o la voluntad.
¿En algún momento has sido consciente de que actuabas movido por algún olor?

lunes, 2 de julio de 2012

Soy asi y no puedo cambiar...¿o sí?

«Nadie puede convencer a otro de que cambie. Cada uno de nosotros custodia una puerta del cambio que sólo puede abrirse desde adentro. No podemos abrir la puerta de otro, ni con argumentos ni con apelaciones emocionales» (Marilyn Ferguson)

La afirmación “Yo soy así y no puedo cambiar” solemos utilizarla muy a menudo. Es una justificación que nos damos a nosotros mismos y a los demás donde queda explícita la intención de que ni siquiera vamos a intentarlo. Esto es uno de los grandes problemas que surgen en las relaciones interpersonales cuando una persona pone toda su intención en cambiar las cosas “malas” de la otra, sin darse cuenta que son esfuerzos en balde pues hasta que el propio implicado/-a no se decida, el cambio no llegará. Entonces surgen para uno y para otro, sentimientos de frustración, rabia y enfado; malos compañeros en nuestro viaje vital y emocional.
Normalmente transferimos que determinadas conductas implican que somos de tal o cual manera y es ahí donde reside la complejidad del cambio porque atribuimos una causalidad estable e innata en la persona.
Desde que nacemos, avanzamos.
Nos vamos adaptando a la sociedad en la que vivimos, aprendemos lo que está bien y lo que no, lo que se puede hacer y lo que no es propio y vamos adquiriendo una serie de valores y actitudes ante la vida. Todo nos determina, incluida nuestra historia vital.
Si esto es así, ¿a qué edad dejamos entonces de cambiar, de evolucionar?
¿Por qué nos agarramos a un clavo ardiendo a pesar de las llagas que nos genera, si a lo largo de nuestra vida y según nuestras experiencias vitales y personales, seguimos evolucionando?
Utilizando la metáfora de la llaga, entendida como la zona de confort donde vivimos diariamente, tenemos dos opciones:
1.      Decidir curarla, a pesar de que eso implique un sufrimiento a corto plazo (desinfectar, curar, cicatrizar) pero grandes beneficios a largo (equilibrio, felicidad, desarrollo)
2.      Pasarnos la vida con la llaga pues aunque nos moleste ya forma parte de nuestro cuerpo. Viviremos entonces con miedo y resignación.
¿Que podemos hacer en la relación con los otros?
*Aceptar a las personas tal y como son.
*Cuando queramos decirle algo a alguien utilizar la estrategia Expectativas vs Compromiso: Describe la situación de la forma más objetiva posible, describe el comportamiento y expresa lo que te hace sentir.
*NO etiquetes a la persona, no hables de cualidades personales sino de comportamientos.
¿Y en relación a nosotros mismos?
*Obsérvate y aprende a conocerte
*No dejes que el miedo te paralice y trata de mejorar día tras día, a pesar del esfuerzo que pueda suponerte.
*Descubre tus fortalezas y potencialas.
Cuando una puerta se cierra, no te quedes mirándola pues así, dejas de ver las innumerables puertas que están abiertas.

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