lunes, 11 de marzo de 2013

Nuestro modelo del mundo...¿cómo nos influye?

¿Habeis leído alguna vez el cuento de los 3 cerditos?
Cada uno de los cerditos, para intentar escapar del lobo, construyó una casa:

El primero la hizo de paja. No tardó nada, lo hizo sin esfuerzo y enseguida tuvo tiempo para jugar, cantar y bailar.
El segundo la hizo de madera. Tardo un pelín más en recopilar el material y hacer su casa pero intentó darse prisa para ponerse a jugar con su hermano lo antes posible.
El tercer cerdito se decidió por una casa de ladrillo. Dedico su tiempo a construirla, con todos sus detalles, con su base sólida, su chimenea, etc. Era algo que a corto plazo requería esfuerzo, pero sabía que tendría su recompensa.

Cuando el lobo decidió atacar a los cerditos, los dos primeros en seguida se refugiaron en casa del tercero pues con unos cuantos soplidos, el lobo, había conseguido derribar sus casas. Pero por más que intentó derribar la casa de ladrillo no lo consiguió.

¿De que hubieses construido tu casa: de paja, madera o ladrillo?

Esta metáfora nos ilustra muy claramente como nuestro modelo del mundo determina nuestras acciones y por tanto la consecución o no de nuestros objetivos; lo que repercute directamente sobre nuestra sensación de felicidad.

Hay personas más orientadas a la inmediatadez. Sólo se centran en el momento y en el disfrute presente sin pensar en el futuro, en sus objetivos o incluso en las consecuencias de sus acciones.

Otras, definen mínimamente lo que quieren alcanzar y si orientan a ello pero tienden a distraerse, a decaer ante los obstáculos o adversidades o incluso a pensar en el corto plazo pero sin analizar riesgos y consecuencias.

El tercer colectivo de personas, definen sus objetivos y se esfuerzan y esfuerzan hasta alcanzarlos. No cesan en el empeño, son persistentes y luchadoras y aunque haya caidas aprenden a levantarse y a seguir hacia sus objetivos.

Evidentemente este tipo de colectivo es donde se alcanzan los mejores beneficios pero siempre buscando un equilibrio, si sólo trabajamos y luchamos por nuestros objetivos, es muy probable que alcancemos el éxito pero estaremos descuidando muchas áreas de nuestras vidas; importantes para que la sensación de felicidad se mantenga en el tiempo. Hay que orientarse a nuestros objetivos sí, y estos deben ser coherentes con nuestros sistemas de valores, pero también tenemso que dejar espacio para disfrutar.

Para poder alcanzar ese equilibrio es vital que nuestra definición de objetivos sea coherente y está bien estructurada. ¿la forma de hacerlo? en nuestra próxima entrada...mientras tanto os dejo el cuento de los cerditos por si os apetece echarle un vistazo.

¡Feliz Semana!


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