Por fin,
alcanzaron al molinero, y uno de ellos gritó en son de burla;
-¡Miren a
esos tontos! ¡Caminan con tanto esfuerzo junto al asno, cuando podrían viajar
sobre su lomo!
Y se
alejaron corriendo a través del camino.
-Tienen
razón, hijo mío -dijo el molinero- Ciertamente, somos unos tontos.
Y alzó a su
hijo y lo sentó sobre el lomo del asno. Al poco rato, un grupo de labradores
dobló un recodo y se topó con los tres.
-¡Mirad! -dijo
uno de ellos, señalando al asno y al niño—. Los jóvenes de hoy no tienen la
menor consideración por sus padres. Mirad a ese robusto muchacho, cómodamente
viajando sobre el asno, mientras su viejo padre va a pie.
Cuando los
labradores siguieron su camino, el molinero detuvo el asno y dijo:
-Apéate,
hijo. Tal vez tiene razón. Seré yo quien monte.
Subió al
asno y así continuaron la marcha. Por el lado opuesto de la colina venía una
vieja, que apretaba su chal contra los huesudos hombros.
-¿Cómo
puedes dejar que tu fatigado niño corra detrás de ti, mientras tú cabalgas
cómodamente? -gritó con desdén al molinero, al pasar.
Avergonzado,
el molinero tomó a su hijo y lo sentó tras él, sobre las ancas del jumento. Apenas habían recorrido unos pocos pasos,
alcanzaron a un pequeño grupo de hombres.
-Se ve que
el asno no les pertenece- dijo uno de éstos, con tono acusador- De lo
contrario, no le quebrarían así el lomo. ¡Pobre animal!
A esta
altura, el molinero estaba un poco desconcertado, pero hizo bajar a su hijo, se
apeó él mismo del asno y, atándole las patas, cargó al animal en hombros.
El pobre
asno se retorcía incómodo, golpeando la espalda del molinero a cada paso.
Cuando
cruzaban el puente, el jumento se desprendió de su atadura y cayó al agua.
Luego, nadó hasta la ribera y echó a correr por los campos.
Es imposible agradar a los demás y muchas veces actuamos guiados por lo
que dicen los unos y los otros, dejando de lado lo que nos decimos a nosotros
mismos. Todos tenemos unos valores, un código, unas prioridades y eso determina
lo que pensamos, lo que hacemos y lo que sentimos. ¿Por qué entonces, lo
dejamos de lado para atender y dar por bueno opiniones y decisiones de los
demás? ¿Qué sentimientos nos genera eso? Resentimiento, resignación,
frustración, indefensión, etc.
Es aquí donde la asertividad juega un papel importante. Ser asertivo es
ser capaz de respetarse a uno mismo, de expresar lo que se siente o se piensa
de una forma coherente y adaptada al entorno, sin incomodar a otros y sin crear
ningún conflicto o desajuste. Estás personas son francas y sinceras. Tienen la
capacidad para decir que no, expresar sus opiniones y defender sus derechos.
Con esta conducta se crean entornos colaboración y respeto mutuos. La conducta asertiva se encuentra en el punto intermedio entre ser agresivo
y ser pasivo:
-La persona agresiva no considera los sentimientos y pensamientos de los
demás. Estas personas son agresivas desde el punto de vista verbal y, en
algunos casos, se puede llegar a ser sincericida. Sueltan lo primero que
piensan o sienten sin analizar las consecuencias y sin ajustarlo al entorno y/o
persona. La persona cree que está siendo transparente y honesta pero como no lo
hace en el momento, tiempo y con la expresión adecuada, tiende a generar el
rechazo en los otros.
Evidentemente estas personas pueden conseguir lo que se proponen pero no
en un entorno de colaboración y respeto.
-La persona pasiva, por el contrario, no expresan sus verdaderos sentimientos o pensamientos; sobre todo cuando las cosas no están a su gusto. No defiende los intereses personales y se somete a la presión grupal o incluso individual; creando sentimientos de indefensión y resentimiento. Están pendientes del sentimiento de culpa y eso les lleva a seguir el curso marcado establecido por otros aunque vaya en contra de sí mismo.
“La sinceridad son cosas que hay que decir pero también son cosas que hay
que callar”
¿Qué podemos hacer entonces? A continuación detallamos una serie de
trucos que puestos en práctica pueden ayudarnos a potenciar las conductas
asertivas (*)
Banco de niebla y disco rayado: es trabajar con
empatía, entendiendo la postura del otro (banco de niebla) pero volviendo en un
momento dado a nuestra opinión inicial, repetir la idea cambiando si se
considera necesario el argumento (disco tayado).
Entiendo a lo que te refieres y quizás tengas razón….pero lo que yo
quiero decir es…
Aceptación simulada: se da a entender que estamos
de acuerdo pero sin dar el brazo a torcer, sin cambiar la postura.
Salidas asertivas: ante errores, críticas o
situaciones conflictivas podemos utilizar algunas técnicas que nos pueden
ayudar a mostrar nuestra opinión sin perder los papeles:
Utilizando la ironía (ante una crítica nuestras respuesta puede
ser, “muchas gracias nunca me lo habían dicho”), el reconocimiento de
errores con puntualización (“Sé que
llegue tarde pero siempre soy bastante puntual”), ignorar, romper la
comunicación o aplazarla (“Si no te importa lo hablamos luego”, ”A buen entendedor…“)
y el uso de preguntas (nos
comentas que no te gusta como trabaja pero ¿qué es lo que no te gusta
exactamente?)
(*Hay que tener en cuenta que para conseguir
desarrollar cualquier tipo de habilidad, la práctica constante es requisito
imprescindible)
me parece un execelente articulo , de esto se trata ser asertivo y resguardar la integridad moral personal .
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