Desde hace
poco más de dos meses, trabajo en plena calle Gran Vía. Desde entonces, por las
mañanas a la salida del metro y por las tardes cuando salgo de trabajar,
siempre paso por una conocida marca de ropa que con su olor, me invita a
entrar. Lo curioso es que percibo el olor metros antes de llegar al local.
Se ha
convertido en un olor familiar que coincide con un par de minutos antes de
entrar al trabajo, es como una especie de hábito, el momento agradable antes de
entrar para llegar de mejor humor.
Eso me llevo
a la siguiente pregunta: ¿Cómo nos influye el olor en nuestra conducta de
compra o simplemente en nuestro estado emocional?
Una
investigación que se llevo a cabo en la Universidad de Rockefeller
sobre las capacidades de afectación y recuerdo, concluyó que el ser humano
recuerda el 5% de lo que ve, el 2% de lo
que oye, el 1% de lo que toca y el 35% de lo que huele.
Bien es
sabido que las variables ambientales son muy utilizadas para generar una
conducta de compra: el tipo de música, el ambiente, el color, etc. Ninguna
variable es dejada al azar.
El olor, al igual que la música, influye sobre
nuestro estado de ánimo y sobre las percepciones y juicios que hacemos de las
personas, entornos y circunstancias. La percepción olfativa actúa sobre el
cerebro con un impacto emocional mucho más profundo que la visual y auditiva,
está directamente relacionado con el sistema límbico, una de las partes más
antiguas del cerebro y que están relacionadas con las emociones, la motivación
y la memoria, es donde se procesa la información, donde se manejan las
respuestas instintivas o automáticas y es la parte menos vinculada con el
pensamiento consciente o la voluntad.
¿En algún momento has sido
consciente de que actuabas movido por algún olor?
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