Hace unos días, estaba desayunando con un compañero de trabajo cuando surgió la siguiente cuestión, ¿qué hace que muchas veces el pobre sea cada vez más pobre y el rico cada vez más rico? La respuesta, y si seguís el blog podréis intuirla, nos parece clara: La propia concepción de la afirmación.
Me explico. Alguna vez hemos comentado el concepto de la teoría de la atracción y siguiendo este hilo una vez leí la siguiente frase "para ser rico hay que pensar como un rico". Evidentemente este es un punto de vista interesante y que puede ser aplicado a cualquier ámbito. Si en vez de encerrarnos en casa a pensar en lo mal que estamos, salimos a la calle, disfrutamos con lo poco que tenemos (agradecimiento en vez de queja y satisfacción con lo que tenemos en vez de insatisfacción con lo que no tenemos) tenderemos no sólo a ser más felices sino también nuestra actitud ante la vida irá cambiando y por ende, iremos atrayendo nuevas cosas y más positivas hacia nosotros.
También es verdad que esto en sí mismo es una utopía porque cómo pensar que por le mero hecho de pensar puedo atraer algo. La respuesta a esto es que no es tan sencillo, si seguimos la triada psicológica muchas veces comentada de pensamiento-sentimiento-conducta, vemos que para conseguir algo no debemos quedarnos en el primer paso sino que debemos avanzar hasta la acción.
Nuestra recomendación:
1. Agradece y se feliz con lo que tienes en la vida
2. Intenta mejorar día a día
3. No te paralices ante los problemas, enfréntate a ellos.
4. Luchar por tus sueños y objetivos: analiza lo qué quieres, los recursos que tienes y los que necesitas, divida tu objetivo en subojetivos para facilitar el camino, y diseña un plan de acción y ponte a ello.
4. Y recuerda: hasta una patada en el culo nos empuja hacía delante. Por eso cambia el lenguaje que te impide avanzar y no interpretes las caidas como fracasos sino como retos que te permiten mejorar y aprender (¿cuántas veces tiene que intentarlo un niño cuando está aprendiendo a caminar?)
Por tanto para cambiar algo, hay que hacer algo
Era tarea del discípulo atar al camello, pero no se preocupó
por ello y lo dejo suelto al lado de la carca. Simplemente hizo una plegaría a
Dios: “cuide del camello”, y se durmió.
Por la mañana, el camello había desaparecido, había sido
robado o simplemente había huido. El maestro preguntó: “¿Dónde está el
camello?” y el discípulo respondió: “No lo sé.
Le dije a Dios que lo cuidara y me encontraba tan cansado que no se lo
que pasó y tampoco soy responsable porque se lo pedí a Dios. Eso es lo que
siempre me dices, qué confíe en él.”
El maestro repuso: “Confía en Dios, pero ata siempre tu
camello antes, porque Dios no tiene otras manos que las tuyas”
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