lunes, 9 de septiembre de 2013

¿Has pensado cómo sería tu conducta ante situaciones estresantes si fueras capaz de mantener la calma?

Todos los medios de transporte cuentan con medidas de seguridad y protección para que ante situaciones de emergencia salgamos lo menos perjudicados posibles pero...¿Por qué no hacemos lo mismo con nuestras emociones? ¿cuáles son esas medidas de seguridad que nos permiten para recuperar el control interno?

Desde la psicología se utiliza el concepto de Anclaje para referirse a estas medidas de seguridad.
El Anclaje es entendido como un mecanismo que nos permite acceder al estado emocional más apropiado en cada momento. Es la forma de conectar un estímulo a una respuesta, haciendo que está sea lo más funcional y óptima posible. Por poner un ejemplo, una mañana tu jefe te dice de una forma bastante poco constructiva lo poco que le gusta el proyecto que le has presentado. Ante esta situación, cada persona reacciona de una forma pero puede ocurrir que la persona se hunda y piense que porque un proyecto no le haya gustado a su jefe, ya no es un buen profesional pero ¿es esto cierto? y lo más importante ¿qué consecuencias conductuales tendrá ese pensamiento sobre la persona a la hora de seguir interactuando con su jefe?
Qué ocurriría si esa misma persona en ese momento tuviese un anclaje cerca que le permitiese recuperar el control y hacer por ejemplo lo siguiente: revisar su proyecto y acudir al despacho de su jefe a comentar con él qué es exactamente lo que no le gusta para tratar de mejorarlo.

¿Has pensado cómo sería tu conducta ante situaciones estresantes si fueras capaz de mantener la calma? Realmente el ejemplo anterior es un tópico como tantos otros que nos ocurren diariamente pero si aprendemos a controlarlos dependeremos más de nosotros mismos y no tanto de los demás.
Los anclajes pueden ser de cualquier tipo pero a mi los que mejor me funcionan son los objetos asociados a un determinado estado emocional;  y los tengo por todos los rincones de mi vida.

Os presento alguno:


En el salón, asociado a la tranquilidad y la calma. Cuando tengo un mal día, estoy enfadada o me siento mal, mirar un rato mi jardín zen me ayuda a recuperar un poco el control, desconecto de lo que me está turbando y eso me permite ir poco a poco volviendo a la normalidad y sorprendentemente con eso consigo ver los problemas desde otra perspectiva.
En la nevera. Me ayudan sobre todo entre semana, cuando el despertador suena y lo único que me apetece es quedarme en la cama. Me levanto desmotivada pero al mirarlos me repito "Hoy va a ser un gran día". A veces tengo que repetírmelo varias veces pero sin duda consiguen su objetivo En el trabajo también tengo estos imanes pues me son de gran ayuda para evitar que las cosas me afecten en su justa medida.
En el baño. Lo primero que hago cuando me levanto es ir al baño a lavarme la cara y, al mirar mi chapita de Mickey, me  obligo a sonreírme delante del espejo. Esto me permite mantener mi nivel de autoestima en un punto óptimo.
En el monedero también llevo estos dos objeto que me permiten mantener mi nivel de auto confianza, me dan seguridad para enfrentarme a los problemas, a los retos o a las adversidades. Son una forma de recordarme que  "Puedo hacerlo"
En el coche siempre llevo un collage que me recuerda lo que quiero que contenga mi vida en todos los ámbitos. Es una forma de no salirme del camino.
Evidentemente esto que os comento no se consigue de la noche a la mañana sino que requiere práctica pues es necesario que la asociación entre un estímulo y una respuesta emocional esté bien instaurada para conseguir los efectos que queremos.

¿Cómo puedes asociarlos? los ejercicios de visualización son de gran ayuda. Te animo a intentarlo y que me comentes tus resultados :)

¡Feliz Semana!
Un besito
Luisa


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